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Las dinámicas local – central en los partidos políticos chilenos: a propósito de la última elección municipal

enero 5, 2009

Las dinámicas local – central en los partidos políticos chilenos: a propósito de la última elección municipal

Andrés Aedo Henríquez

 

Resumen/ abstract:

El trabajo trata de mostrar las consecuencias que ha tenido los procesos de elecciones binominales sobre las dinámicas de las relaciones entre lo local y el nivel central, elemento que a la luz de las últimas elecciones municipales, adquirió una condición donde la banca rota de las coaliciones partidarias que gobiernan Chile, no podía ser más patente. Este trabajo argumentara que la legitimidad es un elemento central para el sistema político y que es perfectamente posible oponer como relación el control por legitimidad de los partidos de control por capacidad sistémica, elementos ambos que se interrelacionan dando cuenta del sistema político actual. Se evitaran expresamente las citas, ya que no se trata de generar legitimidad sobre lo que ha dicho uno u otro autor, sino de pensar con el utillaje conceptual que se posee para dar cuenta de fenómenos relevantes para una sociología del Estado y por lo tanto del sistema político. 

 

 

“Toda afirmación de la vida es una búsqueda de continuidad dentro de lo discontinuo.

La constitución del ser en la discontinuidad determina la vida social”

Norbert Lechner. La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado.

 

Introducción:

Se suponía que esta ultima elección seria paradigmática, en el sentido que cambiaría la faz de la política chilena, hacia nuevas formas de distribución de las preferencias políticas de los chilenos, teniendo como indicador el voto; los resultados eran esperados por todos los partidos para ser sus cálculos presidenciales y parlamentarios, por ejemplo una muy votación para la democracia cristiana implicaba capacidad de ejercer presión sobre su coalición y lanzar la -frustrada hoy- candidatura de Soledad Alvear; al mismo tiempo la Unión demócrata independiente tenia la misma esperanza frente a Sebastián Piñera, hoy candidato indiscutible, pero no indiscutido de la derecha nacional. Sin embargo, a la luz de una primera impresión, este efecto de formas de distribución de los votos, entre los dos grandes conglomerados políticos, a saber “Alianza por Chile” y “Concertación”, debe ser matizado; las exultantes declaraciones de los políticos de la “Alianza”, y las más dudosas de la “Concertación”, esconden un elemento para ambos conglomerados, por lo demás complejo, sobre todo para la “Concertación”, la cual tuvo en esta elección prácticas políticas que están reñidas de manera más potente con la hipótesis que propondremos. La hipótesis que propondremos, respecto a las elecciones tiene que ver con las formas en que el sistema de partidos actuales se configura. Esta configuración se basa en un tipo de redes, sobre las cuales se esta o incluido o excluido; no hay términos medios con las redes. Bajo cualquier tipo de formas que tomen las redes, en estas emergen nodos, los cuales logran controlar las redes. Entendiendo control como la capacidad de: dirección y selección; elementos que resultan fundamentales a la hora de poder reproducir los sistemas.

 

La hipótesis se basa en que desde el año 2004, penúltima elección municipal, se comenzó a gestar un nuevo sistema o nodo, dentro de la red del sistema político; el cual es el regionalismo o localismo. Este nuevo nodo, si bien se presenta con fuerza dentro de las municipales, es minimizado para las elecciones de tipo presidencial. Pero como trataremos de argumentar, resulta un elemento que sirve de pivote para las aspiraciones de los partidos políticos y sus alianzas; en la medida que tiene capacidad de control sobre el nivel local. Básicamente lo que planteamos, es que dentro del sistema partidos lo que eran dos fenómenos de distinto nivel de emergencia sistémica, han tendido a igualarse en su capacidad de expansión; por la misma dinámica excluyente del nodo central del sistema de partidos. No por casualidad se formo un partido con un nombre tan elocuente como PRI, Partido regionalista de los independientes. 

El problema y los datos del problema: 

 

El siguiente gráfico es la base del problema, en el podemos observar como las relaciones de las dos principales coaliciones políticas del país. Donde el alza de la derecha o “Alianza por Chile”, tiende a subir pero no sólo en las últimas elecciones, sino que desde el año 2000 mantiene esa alza. Al mismo tiempo, vemos como la “Concertación de partidos por la democracia” resulta el gran perdedor desde el año 1996, desde donde pasó de 56% a 38% en la última elección presidencial. Esto nos muestra que no hay traspaso de votos entre coaliciones como efecto mecánico de traslado de preferencias. Al seguir las votaciones de los grupos fuera de las alianzas principales, vemos que ni lo que seria actualmente el pacto “Juntos podemos más” ni los partidos satélites de la “Concertación” ni de la “Alianza”, como el nuevo PRI que alcanzo es su estreno el 4% o el partido de Centro- Centro del empresario Francisco Javier Errázuriz que en su estreno llego al 8%, han aumentado de manera significativa sus votaciones. El único grupo que sube de manera sostenida en las dos últimas elecciones, es el grupo de “independientes fuera de pacto”. El cual dio muestras su fortaleza, en el paradigmático resultado de la Municipalidad de Talcahuano, donde un independiente apoyado por un senador de la Concertación hizo perder la elección al candidato seleccionado desde la coalición de gobierno. La pregunta sociológica que resulta de esto es claramente: ¿Si estos resultados municipales son ampliables a las votaciones de nivel nacional? Para lo cual, debemos necesariamente pasar, por otras preguntas como: ¿Quienes son estos independientes? ¿Su condición de independientes les impide la posibilidad de ser un sistema? ¿Cual es su relevancia para el sistema general de partidos? Y ¿Cual es la dinámica que da cuenta de su emergencia y alza en las votaciones? Ya que pasan de ser el 2% al 10% en el periodo de Gobierno de la Concertación, con dos sostenidas votaciones el año 2004 y 2008 de 10% del total de votos para alcaldes. 

Los problemas de conceptos:

Hemos utilizado la noción de sistemas, redes y nodos; además la de control. Por lo tanto, debemos dar cuenta de que entendemos por estos conceptos y porque elegir estos conceptos para dar cuenta de nuestra hipótesis. Comenzaremos con la noción de redes. Las redes sociales pueden ser concebidas como un conjunto de vínculos sociales egocentrados, primarios y secundarios, los cuales pueden ser utilizados como capital (puesto en inversión), movilizando recursos y oportunidades de recursos. Los nodos podemos entenderlos como concentraciones de estos recursos y oportunidades de recursos, que permiten a “ego” tener capacidades sobre la determinación de los vínculos sociales que pondrá a jugar en las relaciones entre las redes. La noción de control se deriva de estas condiciones, y podemos entenderla como capacidad de orientación y selección de los vínculos sociales, así quienes tengan ubicaciones en los nodos como concentraciones de recursos y oportunidades de recursos en las redes, tienen mayor capacidad de control sobre las distribuciones en las redes. Un último concepto es el de sistema, en el momento en que los nodos concentran elementos y relaciones entre elementos, podemos hablar de un sistema que le da la estabilidad a los nodos, alcanzado cierta condición de identidad consigo mismo. Un elemento central, es que los sistemas en las modernas conceptualizaciones como en Niklas Luhmann, pueden ser de tres tipos: interaccionales, organizacionales y funcionales. Los primeros remiten a la consideración de sistemas que se forman entre dos o más personas, por vía de la comunicación directa. Los segundo tienen un nivel distinto, ya que alcanzan a ser formas intitucionalizadas de interacciones que remiten a la condición de ser más estables y ponen en juego a un conjunto de interacciones regulares con fines definidos y no abiertos a la comunicación interpersonal. El tercero es la idea de sistema funcional, como un conjunto de sistemas organizacionales que se ajustan e intercambian entre si, dándole una condición de comunicaciones definidas con un fin preciso para la sociedad. Obviamente, es necesario introducir la noción de propiedades emergentes y de acople estructural, el primer se refiere a las condiciones de organización más compleja y nivel superior entre sistemas, por medio de esa misma organización. Donde las formas más complejas emergen por auto-organización de las más simples, y tienen condicionamientos sobre las más simples, sin poder y esa es su constricción, jamás poder ser más complejo sin tener los elementos simples. Los acoples estructurales son las relaciones entre sistemas, tanto simples como complejos. Así, una referencia al sistema político, implica comunicaciones referidas al ejercicio del poder por parte de organizaciones como el Estado y la sociedad civil, con mediaciones como los partidos políticos, en los cuales se generan comunicaciones específicas entre las personas. Entonces, dependerá del tipo de comunicación, de su grado de especificidad y de su capacidad de reproducción de esa comunicación específica, lo que hará que podamos tematizar a que sistema estamos haciendo referencia. 

Un elemento relevante, es que los sistemas “reales” solo son las personas y los sistema organizacionales, los sistemas funcionales, aunque específicos, son abstractos, y nos sirven para poder referir las comunicaciones y las especificad de estas en acciones, como puntos de referencia al tematizar a la sociedad. La sociología, entonces es la que se encarga de dar cuenta de estas condiciones funcionales de la sociedad, tematizando su emergencia y coordinación. El sistema político, es el sistema que refiere al ejercicio del poder, como capacidad de articulación de decisiones colectivamente relevantes, dando cuenta de la coordinación colectiva, empujando las normas sociales por mecanismos distintos a la integración moral de los valores. Recordarmos que para Parsons, en su esquema AGIL, el gran papel o función del sistema político es la de otorgar dirección al resto de los sistemas que componen el sistema social. Un punto elemental, es que para que puedan ser colectivamente relevantes para los individuos, las decisiones del sistema político, se deben alimentar de alguna forma de prestación frente a otros sistemas, lo colectivamente relevante se define como sea en base al sentido que logre construir en base sus comunicaciones. Así, estas comunicaciones para ser colectivamente relevantes deben pasar por el filtro de su legitimidad, la cual es un resultado de las comunicaciones que genera hacia el sistema social. Así, el sistema político se juega en sus orientaciones y en sus procedimientos para generar estas orientaciones, en la condición de que sean legítimas. De esta forma, si el sistema político en general, puede ser caracterizado en base a distinción poder/ no poder, la condición del poder se debe a un nuevo código que es el legitimo/ no legitimo. De esta forma, coincide el hecho de que las decisiones colectivamente relevantes se basan en que exista poder y este ultimo en que sean legítimos.  Este elemento es relevante en la medida que la condición de poder/no poder no permite ingresos al poder, el concepto de legitimidad nos permite ingresar al juego político, ya que no trabaja con códigos simples y plenamente excluyentes. Con estos tres elementos podemos ya lanzarnos a inspeccionar nuestro caso que es el problema de los independientes dentro de las ultimas elecciones municipales, las cuales en principio generaron gran nivel de incertidumbre dentro del sistema político, porque es improbable que los fuera de pacto alcanzaran tan nivel de votación. 

Estado, política y partidos: 

Las condiciones del sistema político chileno las daremos por sabidas, como un sistema de representació por votación popular, de tipo binominal: donde hay dos candidatos elegidos por circunscripción, en los cuales se eligen las primeras mayorías de cada pacto con mayores cantidades de votos. Esto hace que los candidatos no compitan con los candidatos de otros pactos, sino que en principio compitan entre ellos por ser el candidato más votado dentro del pacto. Este sistema rigió las elecciones municipales hasta hace no mucho tiempo, para luego ser transformado a elecciones abiertas sin amarres del tipo binominal, por lo menos para de alcaldes, ya que los concejales siguen la misma tónica. Estos hace que: 1) las interpretaciones sobre los pactos más votados sobre los concejales se presten a efectos binominales, donde no se sigue que el pacto más votado sea el más legitimo; 2) que tener la mayoría de los alcaldes tampoco signifique un cambio sustancial, ya que la condición de localía impide hacer cálculos de legitimidad mayores, 3) que los independientes tengan mayores posibilidades de captar votación dentro de las elecciones a alcaldes  y menos en las de concejales.  Con todo esto, ocurre que si miramos los datos, efectivamente los independientes suben su votación, pero ninguno de los dos pactos principales las aumenta significativamente. Y de hecho, más bien sobre todo el pacto concertación pierda votos, las cuales no se pueden imputar a la irrupción de otros pactos, ya que el pacto “juntos podemos” mantiene votación y el partido PRI si bien alcanza una votación no esperada, no alcanza a dañar la votación del pacto concertación, ya que la declinación de esta es anterior. 

 

Un punto central es que las elecciones municipales, por definición deben ser interpretadas en base a las condiciones locales, pero en articulación con los niveles nacionales del sistema de partidos políticos. Aquí comienzan los corolarios: 1) para que un partido cuente con votos dentro de una comuna debe articularse con el nivel local; esto es: generar militancia o articularse con líderes locales 2) para que alguien del nivel local adquiera recursos con los cuales solventar la campaña debe articularse de los niveles nacionales; 3) si un independiente obtiene buenas votaciones, es que esta articulado con el nivel nacional; 4) los desacoples entre los niveles nacionales y el independiente, solo puede favorecer al independiente, ya que controla los nodos locales de gestión de recursos sociales. Y esto vale, incluso si es que el dirigente local es o no militante de los partidos, ya que tiene en su condición de dirigente local grados de control sobre el proceso de votación. Nótese que con esto, la posible idea de votos-castigo no tiene mucho sentido, que no sea un conflicto local frente a las posibilidades nacionales. Quizás el caso emblemático  sea el caso de la VIII región, donde se desdibujó la solidez de la articulación entre lo local y lo nacional por medio de los conglomerados de partidos. Con esto queremos decir, que un partido o conglomerado de partidos, puede elegir entre sus militantes locales a quien apoyar o llegar a ajustes estructurales con líderes locales, con tendencia hacia esos partidos; donde se produce una relación sinérgica entre ellos, ambos ganan. Pero si la relación resulta más tensa, ambos no tienen las mismas posibilidades de obtener óptimos, ya que el partido articulara a alguien que no posee el capital social local suficiente pero si la venia de los partidos; en cambio los que no poseen la venia de los partidos pueden poseer el capital social. 

 

De esta forma, resulta paradójico que cuando apelamos a la relación entre nivel central y nivel local, el nivel local posee una propiedad emergente, con tendencia a autonomizarse del nivel central, llevándolo a un proceso de clientelismo político. Y esto, solo puede entenderse por la dinámica de las relaciones de los partidos en el poder frente a sus militantes. El resto del trabajo, tratara de argumentar como las dinámicas de los partidos frente al proceso de captación de votos, ha hecho que emergen propiedades especificas en los niveles locales, lo cual tiene efectos relevantes sobre el modo de entender la política en Chile. El primero de esos efectos es la desideologización de la política, el segundo su pragmatización como horizonte de sentido, el tercero el control central de las elecciones y cuarto la emergencia de una estructura más compleja dentro del sistema político. 

Modelando relaciones para entender el sistema político nacional

 

El sistema político chileno tiene ya una historia, la cual se ha basado en el sistema binominal, si bien se puede decir que este sistema ya no opera en las elecciones de alcaldes. Debemos distinguir entre las dinámicas sociales y las condiciones jurídicas, las últimas habrían cambiado, pero las primeras permanecen como practicas políticas sobre las cuales se construyo el nuevo sistema político desde la constitución del 80. O sea nuevamente, no se puede orientar la sociedad por decreto, ya que esta tiene sus propias condiciones de las cuales el sistema jurídico es uno de sus productos. El primer efecto del cual hablamos es la perdida de ideología de los partidos, los cuales si bien se orientan por medio del poder, obtener o mantener el poder; el sistema binominal los orienta a tener la necesidad de competir con sus propios socios de pacto. Lo que hace que la coalición deba tener candidatos fuertes y candidatos débiles, dentro de una misma circunscripción; lo cual se realiza en la negociación dentro de los pactos, por medio de los candidatos de los partidos. Así, son los partidos quienes definen dentro de los pactos, a quienes van a apoyar con la maquinaria partidaria y a quienes van a sacrificar. Esto hace que no se pueda jugar las cartas ideológicas por medio de los pactos, ya que basta con que el otro pacto alcance la segunda votación, para que su candidato salga electo. De esta forma, la elección tiene una consideración extra ideológica, tanto desde las propuestas de candidatos como desde los votantes, ya que invertir en programas e ideas no tiene rendimientos en las votaciones. Al mismo tiempo, se puede entender que las coaliciones tienen el control de la elección, ya que pueden seleccionar a los candidatos y poner restricciones sobre las elecciones de los electores.

 

De esta manera, sucede el segundo efecto, que va de acorde a la pérdida de las ideologías, como modo de diferenciación política. Este efecto corre paralelo, que es un pragmatismo respecto a las votaciones, simplemente se elegirá al candidato mejor posicionado y muchas veces no será necesario – ya que puede blindarlo -lo cual es no presentar candidatos alternos dentro del mismo pacto. Así, las encuestas elegirán al candidato o lo harán los pactos dentro de sus dinámicas internas, poniendo candidatos dentro de circunscripciones donde no necesariamente tienen vínculos directos, ya que basta la condición de control sistémico que ejercen los pactos. Sobre la cual connotamos el tercer efecto del sistema político chileno. Con esto, los sistemas de coaliciones de partidos, tienen -si se acepta- el sartén por el mango. Son capaces de orientar y seleccionar a sus candidatos, de esta forma, podemos ver que ejercen sus propiedades estructurales autónomas respecto del medio local. De esta manera, el problema de la llegada a los niveles locales se coordina por medio de las militancias no necesariamente locales; las cuales no requieren tener llegada local, si no hasta el momento mismo de las elecciones. 

 

 

Ahora el elemento de autonomización del sistema de coaliciones respecto a los resultados de las elecciones, tiene que ver directamente con la condición de que los partidos no requieran renovar su militancia, ya que no se juega en ese punto ningún elemento que les aporte poder. Entonces, lo que ocurre es que al no renovar a sus cuadros, deberá el sistema de coaliciones captar a los lideres locales, con lo que establece relaciones ya no basadas en las condiciones sistémicas de pertenencia a un mismo sistema organizacional como un partido político, sino a simples intercambios de prestaciones: legitimidad vía votos para la coalición por recursos económicos y políticos para el candidato local. Así, nótese que se las posibilidades de tener capacidad de “ordenar la casa”  son bajas, con lo que los famosos díscolos se pueden multiplicar, generando gran desorden dentro de los partidos. Este modelo es que el denominamos “modelo de captación local”. Ahora esta condición de intercambio de prestaciones como forma del ajuste estructural se podría haber mantenido; pero cambiaron algunas condiciones. 

El punto de inflexión se generó en la penúltima elección municipal, en la cual se dio cuenta de un sistema no binominal para la elección de los alcaldes. Donde las posibilidades de la elección de los candidatos se ampliaron, más allá del equilibrio de Nash que caracterizaba al ajuste partidario intra pactos, que tenían los pactos mayoritarios. Así, cuando se abren las posibilidades, alcaldes que no tenían la venia de sus partidos o de los pactos, para seguir siendo candidatos, podían tener la capacidad de poder ser electos; sin necesidad de la maquinaria partidaria. Con esto ha ocurrido un hecho fundamental, que es que los partidos han perdido la capacidad de control sobre las elecciones, ya que el proceso de capital social generado por los alcaldes que ya no cuentan con la venias partidarias puede ser puesto a invertirse en nuevas elecciones; la cual ya no tiene formas de generar viabilidad sistémica sino meramente personal. De esta forma, los poderes personales, dentro de las estructuras de relaciones pueden tener capacidad de control sobre las elecciones. Con esto se puede entender lo siguiente, las relaciones que se establecen entre el nivel local y el central, dejan de simple selección hacia arriba o hacia abajo, demás esta decir que en el modelo de captación local, los lideres locales ganan capacidad de selección sobre cualquiera de los pactos electorales. 

El problema, surge cuando ahora pueden competir con los pactos, donde la binominalidad deja de tener el efecto de control que antes tenia. Con lo que la emergencia de una nueva organización de las relaciones políticas entre el nivel local y el nivel central se puede probabilizar. Cuando hemos podido avanzar, sobre las condiciones de posibilidad de aquello que decíamos que emergía, debemos ahora dar cuenta de sus consecuencias. El modelo de emergencia de los niveles locales, tiene como base el hecho de que dentro del mismo nivel de emergencia, se encuentran los líderes locales frente a los candidatos directamente militantes como los de captación local. Con esto, ocurre que por lo menos dentro de un espacio personas, partidos y coaliciones de partidos, pueden jugar con las mismas reglas y curiosamente es posible que con las mismas probabilidades. Ahora, nótese que los líderes locales, tendrán mayor capacidad de negociar, con lo que las relaciones que se darán solo volverán a favorecer a los líderes locales, muchas veces con un alto costo para las coaliciones de partidos. Ese costo será, una tendencia al desorden en términos de las comunicaciones con las cuales se enlazan con el resto de los sistemas sociales, y la solidifación de los caudillajes internos con la seguidilla se perdida de capacidad de coordinación y la obvia multiplicación de casos de corrupción; esto ya que las propiedades personales de cada miembro de los partidos como militantes o simpatizantes de estos, se han agrandado por lo que las posibles capacidades de los partidos de ejercer control sobre ellos son mínimas. Resulta muy interesante, como corolario de este ensayo, el hecho de que la perdida de legitimidad de los partidos binominales en las elecciones binominales, pueda tener como consecuencia que los partidos se vuelvan aun más ilegítimos frente a la sociedad que les fue comunicando que sus condiciones de reproducción no eran aceptables, en tanto partidos sub y sobre representados, por efectos del binominal, el cual a pesar de los cambios jurídicos seguirá ejerciendo sus influencias, ya que la estructura de relaciones entre partidos esta cargada de relaciones que orquestan prácticas políticas, en las cuales tienen el peso de su estructuración histórica a pesar de los cambios formales. Esto claramente es el escenario más complejo otra vez, porque se quedan sin fuente de poder como ya establecimos que es la legitimidad, que puedan alcanzar sus comunicaciones hacia la sociedad. 

 

 

 

Así, las condiciones de legitimidad que se les exigía por parte de los sistemas sociales, a los partidos binominales, permitió una configuración distinta de los sistemas de elecciones. Curiosamente, mientras tuvieron control de los resultados de las elecciones, seleccionando de antemano las selecciones posibles del electorado, fueron perdiendo legitimidad. Y cuando reaccionan frente a esas comunicaciones, sacrifican su control y al mismo tiempo, es posible dado el modelo planteado que puedan seguir perdiendo legitimidad. Un punto central, sobre esta propuesta, y quizás esta es la jugada estratégica, la aminoración de daños posibles por parte del sistema de partidos binominales, era más grande si seguían por la senda de la ilegitimidad, que implicada menor participación por medio del voto de parte de la ciudadanía. Entonces el punto es simple, trasladan los riesgos a dentro del sistema de partidos para no tener que asumir riesgos como sistema de partidos binominales en general. Esto puede leerse como un ajuste estructural del sistema de partidos políticos binominales, con el resto de los sistemas sociales, con lo que curiosamente por no sacrificar su forma, es capaz de sacrificar a sus partidos en tanto subsistemas del sistema general de partidos. Estrategia de reproducción de un sistema autor referido, que frente a las prestaciones que intercambia con los demás sistemas sociales, tenía tendencia a dejar de ser un sistema. Paradojas sociales de nuestra modernidad liberal vigilante, con empanadas y vino privado… con subvenciones estatales para que no sean “pequenes” y “vino de mesa”. 

 

Bibliografía:

 

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